Las Ruinas
- publicado por Veronica Domínguez Sánchez
- Categorías Construyendo paisajes
- Fecha mayo 10, 2020
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Las ruinas son esa parte de una civilización que han escapado al paso del tiempo. Paisajes de la desolación que subsisten para evocar los recuerdos de un pasado. “Las ruinas son literalmente un paisaje, es decir, una mezcla de naturaleza y cultura que surgen ante nuestra mirada como recuerdo del paso del tiempo y como experiencia de la duración”.*1
La temporalidad que subyace en estos elementos, se conjuga con la eternidad de lo invisible, es decir, la representación de la memoria del
recuerdo que, se esfuerza por permanecer en una eternidad materializada, una ausencia. Se trata de una distancia temporal entre el pasado y el presente, en el que su representación, sólo podría llevarse a cabo mediante el solapamiento de distintas imágenes del mismo espacio
en el tiempo. Un collage de la máquina del tiempo que representase estos vestigios de la memoria, que, al fin y al cabo, son registros de los “infortunios de la humanidad”.*2
Su representación en la historia ha estado presente de forma constante entre pintores que apreciaban en las ruinas, hermosos paisajes evocadores.
En las pinturas del Renacimiento, a menudo se representaba la decadencia del mundo pagano a través de templos en ruinas, vinculadas, muchas veces, a escenas de la Natividad o la resurrección de los muertos, que hacían alegorías al triunfo del cristianismo.
Artistas como el Italiano Gandolfino de Roreto (1490-1530) con su obra La Adoración del niño de principios del siglo XVI, o el mismo Durero (1471-1528) con Altar Paumgartner, nos introdujeron los vestigios de las ruinas como fondos de sus representaciones alegóricas cristianas.
El género pictórico del Renacimiento evoluciona y se acerca a la naturaleza, transformándose en unas visiones amables de paisajes bucólicos de ruinas de la antigüedad. Toman partida propuestas del Barroco del siglo XVII, y del Rococó de la primera mitad del siglo XVIII, en donde los artistas se desligan de los encargos eclesiásticos y se introducen en bellas representaciones de las antiguas ruinas del imperio romano, que actúan como escenarios de frondosos paisajes naturales. La naturaleza es presentada de forma serena e idílica, bajo una mirada realista y agradable, donde los paisajes comienzan por manifestarse en forma de espacios humanizados.
En el manierismo y el Barroco comienza a aparecer un dramatismo impuesto por una visión del mundo no ya unitaria y equilibrada como hemos anunciado antes, sino como, una “visión del mundo escindida y ambivalente entre espíritu y materia como dos niveles de realidad”.*3
Se pierde esa visión íntima de los paisajes anteriores y el paisaje se presenta como un espacio inabarcable e infinito.
CLAUDIO DE LORENA
Con la pintura de Claudio De Lorena nos encontramos ante los elementos que definirán la pintura de paisajes del siglo XVIII.
Visiones amables del pasado que provocan en el espectador una melancólica contemplación del paisaje. Se introduce la belleza natural que darán paso a la categoría de lo pintoresco.
Este concepto es referido a la representación de la naturaleza salvaje, es decir, no sometida al orden y a la razón. Ya sea a través de montañas, bosques o ríos, se busca la belleza natural que pueda ser reproducida con naturalidad, es decir, mediante recursos adscritos a la artelización de la imagen.
Tras el Rococó, en la segunda mitad del siglo XVIII, aparece el estilo Neoclásico, que se definió por una recuperación de los modelos clásicos de la antigua Grecia y Roma. Toma importancia el descubrimiento de Herculano (1738) y Pompeya (1748) que iniciaron la práctica de las excavaciones arqueológicas. De esta manera, cambia el concepto de ruina. El nuevo punto de vista de la sociedad Ilustrada considera a la ruina como el resto y el vestigio del período histórico clásico. Destacan las espectaculares ruinas de las Vedute de Giovanni Battista Piranesi (1720- 1778), en Italia como Foro de Nerva.
En el siglo XVIII y principios del XIX los escombros denotan tristeza y fragilidad humana. Tras el abandono de los ideales neoclásicos aparece el movimiento Romántico. El artista romántico reconoce en las antiguas piedras el valor del recuerdo intencionado del estado original, la inmortalidad, el eterno presente, mitifica el malestar social de la época y se adentra en una búsqueda del yo.
Para Lord Kames, las ruinas góticas demostraban el triunfo del tiempo sobre la propia fuerza. Las ruinas clásicas mostraban en cambio el triunfo de la barbarie sobre el gusto, evocando una compilación histórica, una lectura en prosa, mientras que las medievales estaban claramente relacionadas con la épica, con el mito atemporal, con los antepasados míticos y heréicos…Las ruinas góticas en los cuadros de Fiedrich…evocarán la historia lejana a través de paisajes que deslumbran por el aislamiento al que está sometida la naturaleza, de imágenes que suscitan el sentimiento de lo sublime bajo la impronta de la soledad.*4
El concepto de ruina requiere de la presencia del olvido, ya que tiene que haber un período de muerte y negación para su consecuente renovación y encuentro del origen. Por lo tanto la ruina se nos presenta desde el pasado por un intento de recuperación de la memoria. “Si el hombre moderno necesita de la cuadrícula, para neutralizar la naturaleza que le rodea, podemos concluir que también necesita de la ruina, para ser consciente tanto de su origen como de su pretendida grandeza”.*5
Bibliografía >>
*1 >>BESTARD, JOAN , "La contemplación de las ruinas" en Fòrum de Cultura, Democratitzem la democràcia [ en línea] Año V http://e-barcelona.org[citado el 13 de agosto de 2005].
*2 >>Ibidem.
*3 >>RAMIREZ LUQUE, Mº ISABEL, "Espacio, tiempo y naturaleza. Un recorrido a través del paisaje Romántico", en Revista El institucional Universidad de Sevilla [ base de datos en línea] s.f., disponible en Data Bass.
*4 >>MARZO, JOSE LUIS, "La ruina o la estética del tiempo" en Blog Soy menos [ Base de datos en línea], s.f., Disponible en Data Bass.
*5 >>DE LAS RIVAS, JUAN LUIS, La naturaleza en la ciudad-región: Paisaje, artificio y lugar en MADERUELO, JAVIER, (Op. Cit.), pp. 179, 180
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Bilbao 1984
Comenzó sus estudios de LADE en el año 2002. Muy pronto se dió cuenta de que su verdadera vocación era el desarrollo de la creatividad a través de la pintura. Firmó su primer cuadro al óleo en 1997 y desarrolló su carrera profesional cursando la Licenciatura en Bellas Artes, en la Universidad del País Vasco, durante los años 2004 – 2009 y especializándose en la rama de dibujo y pintura.
Continuó su formación cursando un Máster en Producción Artística en la Universidad Politécnica de Valencia, en 2010 y especializándose en Arte y Naturaleza.
Tras adquirir los conocimientos técnicos artísticos, se formó en metodologías didácticas a través de más de 25 cursos sobre metodologías didácticas en el aula.
Pintora y profesora de Creatividad y Artes plásticas en la escuela Kreártika a través de los cursos presenciales para niños/as y adultos.
Me apasiona la educación artística, y poder motivar en el alumnado el desarrollo de estrategias creativas que impulsen el desarrollo de obra original a través de cualquier técnica de dibujo y pintura.